miércoles, 8 de febrero de 2012

Clase 01: El valor de la pregunta

Turno tarde

Arrancamos, al fin. Es el principio de un 2012 prometedor, hay expectativa en el aire, en las caras. Silvana de Ingeniis, Silvia Trillo y Julia Fogola, las profesoras, se presentan en el auditorio del cuarto piso. Hoy no pudo asistir Gabriela Herrera, la cuarta profesora. Luego nos dan la palabra a nosotros, los ayudantes (Guillermo Belziti y Gabriela Rakovstky).
Surgen preguntas vinculadas al funcionamiento de la carrera que poco a poco iremos respondiendo (funcionamiento del plan nuevo, los horarios, las lecturas, correlatividades).
Pasamos al aula 400. La primera actividad consistió en armar seis grupos en torno a una pregunta vinculada al rol del docente, del alumno, los espacios educativos y las lecturas: ¿qué libro tiraste o hubieras querido tirar por la ventana?, ¿qué edificio que conozcas transformarías en profesorado?, ¿cuál sería tu alumno ideal?, ¿cuál es el talento secreto que tenés y que seguro debería descubrir un buen docente?, ¿con qué autor/a te gustaría tener una conversación?, ¿cuál sería para vos el docente ideal? Cada grupo debía responder esta pregunta y luego hicimos una puesta en común que sirvió para descontracturar el aula y a la vez para instalar problemáticas que seguramente van a atravesar el paso de los ingresantes por la carrera.
Mario se ofrece para hablar, comenta que su grupo optó por definir “al docente no ideal”: el que grita, el que habla de su vida o de otros temas en exceso, el que no se ubica en la época, el que siempre está de mal humor, el que no se acuerda de lo que dio la clase pasada. En contraposición, el “docente ideal” es aquel que tiene pasión por lo que hace, el responsable, el que no falta, el que es distante pero a la vez establece un vínculo con el alumno y sabe poner límites. Otro grupo argumenta que el alumno ideal no existe y prefieren hablar de “la realidad del alumno”. Consideran que sería muy beneficioso tener un alumno dispuesto a aprender, participativo, que cuestione al docente y que se siga formando más allá de la clase. Silvana acota que nosotros intervenimos solo en una parte de un gran proceso para ese alumno.
Con respecto a las lecturas previas, muchos coinciden en tirar por la ventana los libros de autoayuda, la literatura “comercial, de supermercado”, Crepúsculo, las últimas producciones de Sarlo. Al final aparecen nombres de clásicos como Hamlet, El conventillo de la paloma, El matadero, Martín Fierro, El poema de Mío Cid, El lazarillo de Tormes. Silvia acota un comentario que para mí fue muy interesante, sobre la enseñanza de la Literatura: ella no está de acuerdo en extraer del canon El lazarillo de Tormes, sino que considera que esas lecturas son la base para entender procesos que la Historia repite. Sí se podría repensar la forma en que los textos se presentan ante los alumnos, se puede buscar un paralelo con algún tema de la actualidad, por ejemplo.
Silvana comenta el concepto de “canon escolar” y habla del “lugar” de los textos. Una alumna comenta que para ella El matadero no había sido significativo hasta que un artículo crítico de Martín Kohan repuso el contexto histórico que hacía falta. Yo pensé para mis adentros sobre a cuestión del gusto estético, por lo que incluyo un enlace al texto de Pierre Bourdieu (1984) “Consumo cultural”, en El sentido social del gusto, Elementos para una sociología de la cultura. (Buenos Aires: Siglo XXI, 2010).
Los escritores favoritos a la hora de tener una charla fueron: Agatha Christie, Julio Verne, Julio Cortázar, Lorca, Stephen King (no a la noche).
Con respecto a los lugares, el edificio de Aguas Argentinas fue una de las posibilidades junto con la Biblioteca Nacional, el Congreso de la Nación, un estadio de fútbol y la Catedral de Bs. As. Más allá de los lugares concretos, el comentario sobre la situación edilicia en general de las instituciones educativas no se hizo esperar.
Una consigna difícil fue finalmente la que tenía que ver con el talento. Costó un poco reconocer cuáles eran las capacidades, cualidades o aquello en lo que cada uno se destacó en la adolescencia. Lo que no costó fue definir una figura de “buen docente”: aquel que tiene “vocación” por la enseñanza y que puede averiguar o hacer salir lo mejor de cada alumno. Julia comentó la diferencia entre pensar la educación como vocación y como profesión.
La pregunta va a ocupar un lugar central en este primer encuentro. Esa actitud de poder cuestionar y no dar nada por absoluto y cerrado nos posibilita el aprendizaje.
Leemos ahora un poema de Cortázar (“Para leer en forma interrogativa”) y realizamos una puesta en común. Leemos el poema en voz alta, al derecho y al revés, con entonación exclamativa y sin ella. Charlamos sobre cómo el título puede condicionar la lectura, casi como una “instrucción”. Hablamos sobre las marcas textuales que nos llevan a leer de un modo o de otro y sobre las interpretaciones/impresiones de lectura, relacionadas a la percepción de la realidad. Otra vez, comentamos lo importante que es repensar el lugar que ocupa cada lector en esta tarea de “completar un sentido”.
Leemos una obra de teatro: "Datos personales" de Julio Mauricio. Nos preguntamos si es una comedia o una tragedia, sobre la experiencia (que se relaciona con el poema anterior), sobre los discursos que podemos encontrar en el texto, el “fluir de la conciencia”, la situación comunicativa y fundamentalmente sobre la pregunta: cuál es la correcta, para qué, en qué ámbito, qué se debe responder y qué no. La pregunta cuestiona una parte del mundo.
Dejamos una consigna para el miércoles: escribir una breve presentación como lectores (media carilla). Pueden usar alguna de estas preguntas como disparadores: ¿desde cuándo leo?, ¿qué leo?, ¿le leo a alguien?, ¿alguien me lee a mí?, ¿quién me leyó por primera vez?). También, deben leer “El arte de empezar y el arte de acabar” en Seis propuestas para el último milenio de Ítalo Calvino.

Turno noche

A la noche la clase fue similar a la de la tarde. Silvia, Silvana y Julia se presentan y luego nos dan la palabra a Solange y a mí (Gabriela), las ayudantes del turno noche.
Repartimos las preguntas (¿qué libro tiraste o hubieras querido tirar por la ventana?, ¿qué edificio que conozcas transformarías en profesorado?, ¿cuál sería tu alumno ideal?, ¿cuál es el talento secreto que tenés y que seguro debería descubrir un buen docente?, ¿con qué autor/a te gustaría tener una conversación?, ¿cuál sería para vos el docente ideal?) y se forman los seis grupos para comenzar a trabajar. El primer grupo se ofrece para contarnos qué edificios habían elegido: la confitería El Molino, La Rural, etc. Una alumna cuenta su experiencia como estudiante de la carrera de Inglés y lo que significó la mudanza del edificio y las problemáticas actuales.
Los autores elegidos a la hora de tener una charla fueron: García Márquez, Cortázar, Quiroga (hacen hincapié en cómo estos autores muestran “lo humano” y “lo cotidiano” en sus obras). Benedetti, Kafka, Dostoievski, Wilde, entre otros.
El docente ideal fue definido como aquel que asume un compromiso, que tiene paciencia, que es abierto, accesible, que no se guarda nada, que atrapa a los alumnos, los entusiasma, los hace parte. También se refirió a la figura del decente como un “erudito creativo” y finalmente como algo/alguien que no existe, ya que los ideales son simplemente eso. El grupo prefirió hablar de “un docente con ideales”, como una herramienta de cambio sincero, en vez de “un docente ideal”. Silvana comentó algunas ideas sobre los presupuestos que tenemos sobre la profesión y sobre el concepto de artista, que no siempre está ligado a la enseñanza de la Lengua y la Literatura.
Algo parecido sucedió con el “alumno ideal”. Fue más factible hablar de un alumno sociable y que valore el proceso más allá de la nota final.
Los libros más rechazados fueron los de autoayuda, García Márquez, Allende y los de poesía, sobre todo contemporánea. Yo pensé en el respeto por la diversidad de textos, algo que aprendí durante la carrera, en las necesidades de cada persona y en lo que consideramos literatura, porque al fin y al cabo, el rechazo a los libros de autoayuda (al que adhiero) tal vez de deba a que los estamos considerando parte del canon literario cuando en realidad están fuera de él. Silvana comentó que a ella le cuesta mucho juzgar a los autores contemporáneos por la cercanía temporal y Silvia hizo una distinción sobre lo que consideramos obra de arte.
En cuanto al talento que un buen docente debería descubrir, fue “chocante” para los alumnos reconocerlos. “Es algo que no decimos”, “es algo oculto”, “pensamos que puede servir para un oficio pero no para un trabajo”. Otros comentan que tal vez una capacidad sea la memoria, o la manera de decir las cosas más descriptiva o más puntualmente.
Luego de esta actividad inicial, Marcia lee el poema de Cortázar (“Para leer en forma interrogativa). Charlamos sobre cómo el título condiciona la lectura y lo volvemos a leer pero sin entonación exclamativa: la actitud de quien enuncia es diferente. Aparecen marcas textuales de refuerzo o afirmación e interpretaciones varias sobre el sentido del poema, ligada a lo existencial y la experiencia del mundo. El punto de vista de cada uno no desdice el del compañero, cada lectura aporta algo a la interpretación. Es importante, llegamos a esta conclusión, no forzar el significado y justificar siempre nuestra impresión de lectura con el texto. Todo está en el texto.
A continuación, leemos el texto de Ítalo Calvino “El arte de empezar y el arte de acabar” en Seis propuestas para el último milenio y luego pensamos en grupos qué relación podemos encontrar entre este texto y la consigna anterior. En la puesta en común surgen conceptos como el de selección (qué es lo que se quiere comunicar a la hora de escribir), los preconceptos a la hora de leer, la mutiplicidad de puntos de vista, la elección de la palabra, la generación de mundos a través del discurso, la función del lector. Las profesoras hacen un breve comentario sobre las teorías que piensan la literatura y las herramientas gramaticales que tenemos a la hora de contar algo.
Luego, Julia lee en voz alta la obra de teatro “Datos personales” de Julio Mauricio y ponemos en común las distintas interpretaciones, algunas más políticas (como las referidas al sistema que clasifica personas con datos generales) y otras que tienen más que ver con los géneros literarios que intervienen en la obra, los registros, las situaciones y la construcción del personaje a través de su discurso, los tiempos verbales y las palabras que usa.
Dejamos una consigna para la clase que viene: escribir una breve presentación como lectores (media carilla). Pueden usar alguna de estas preguntas como disparadores: ¿desde cuándo leo?, ¿qué leo?, ¿le leo a alguien?, ¿alguien me lee a mí?, ¿quién me leyó por primera vez?).



Con esta clase damos por comenzado el curso de ingreso en ambos turnos. Les damos la bienvenida y esperamos poder ayudarlos.

1 comentarios:

¡Bienvenidxs a todxs! Y al equipo, ¡felicitaciones por el comienzo!!! Qué fuerte y qué constructiva la consigna sobre los talentos propios, hay que pararse ahí, hay que poder mirarse. GENIAL. Por otra parte, me encantan las reflexiones de Guille relativizando el gusto (pero ojo que no pusiste el enlace, al final, y vendría muy bien). Estaría bueno que cada quien pudiera en un debate defender sus libros si han sido tirados por la ventana por otrxs. Y de explicarse mutuamente por qué lo tirarían, bajo qué "cargo", o por qué debería salvarse (aunque sea en una suerte de estante purgatorio sobre el marco de la ventana, je. El año pasado, una alumna tuvo una historia para contar en el taller de Literatura, el de apoyo, muy interesante: estaba haciendo un trabajo de campo que yo le había encargado y se fue a la biblioteca de su barrio, la bibliotecaria la miró muy mal porque ella le pidió Crepúsculo (no sé cuál de la serie), que le encantaba. Todo el lugar estaba teñido por los años: los libros viejos y la bibliotecaria, también. Mi alumna se quedó muy mal por el trato recibido, que sentía injusto. Y luego, desmontamos que la bibliotecaria despreciaba la literatura que ella le pedía, que ella no sabía de la diferencia entre Best Sellers y clásicos, y que esa señora estaba encerrada entre libros antiguos que nadie le pedía. Y no tenía lo que venían a pedirle. Un desencuentro de gustos y de valoraciones. Pero a partir de esta historia, mi alumna pudo entender también mejor lo que implicaban ciertos diálogos, ciertas apreciaciones, y cierta manera de hablar de Literatura que había encontrado en el Joaquín y que le era ajena, por el momento.

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